❥ Superfluor 29. Operación Match
Una historia tecnológica sobre cómo ligar en la era pre-internet.
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Una historia tecnológica sobre cómo ligar en la era pre-internet.
Mucho, mucho antes de que existiera Tinder o Match.com, ya hubo alguien que pensó en que se podían encontrar nuevos usos a la tecnología informática. En 1965, tres estudiantes de Harvard crearon uno de los primeros servicios de citas a gran escala organizadas por un ordenador.
Lo denominaron Operation Match.
Hoy te traigo una curiosa historia de tecnología y amor (y sexo), que explora las raíces de las citas online décadas atrás.
Estos jóvenes de Harvard crearon y diseñaron este servicio para cubrir una necesidad urgente y fundamental que, básicamente, ellos mismos tenían: ligar. Y es que, imagina: Estados Unidos, años 60, jóvenes de 20 o 21 años, en plena efervescencia hormonal, sin experiencia y repletos de inseguridad, en universidades de solo chicas o solo chicos, o en clases con una proporción mucho menor de chicas que de chicos.
Sí, se organizaban fiestas conocidas como mixers —fiestas montadas en los pabellones de baloncesto, en las que chicas y chicos de distintas escuelas iban a bailar, beber y conocerse—, pero ni siquiera en estos mixers el éxito estaba asegurado, así que Jeffrey Tarr, David Crump y Vaughan Morrill (con la ayuda de otro estudiante, Douglas Ginsburg, de la Cornell University) se preguntaron: «Oye,¿podríamos usar la informática para ligar?».
Con esta pregunta en la cabeza, se pusieron manos a la obra. Pensaron, diseñaron y redactaron un cuestionario en papel. Los estudiantes interesados tendrían que completar este cuestionario, lo enviarían por correo con un coste de 3 dólares, sería analizado por una máquina misteriosa y solo tendrían que esperar dos o tres semanas los resultados y encontrarían una pareja ideal.
Los tres de Harvard imaginaron el potencial: miles de universitarios y universitarias de todo Estados Unidos deseando salir a tomar algo (y lo que no es salir a tomar algo) con una persona compatible. Solo rellenando unas cuantas casillas.
Era una idea revolucionaria que, en realidad, tenía un precedente, aunque en Inglaterra: justo un año antes, en 1964, nació un proyecto de «citas informatizadas» bautizado inicialmente con el rimbombante nombre «St. James Computer Dating Service». Su creadora, Joan Ball, es considerada una pionera en la creación de un servicio de citas informatizado y nos dará para contar su historia a futuro.
Volviendo a Operation Match, y a base de investigar, he conseguido dar con el cuestionario original de 1965, el que tenían que cumplimentar. El texto de introducción del cuestionario me parece un ejercicio publicitario magistral. La frase que sirve de título empieza fuerte: One in a million.
Y sigue así:
You may not know it, but you're one in a million.
No one else is quite like you —you have different tastes and different attitudes from those of anyone else you know.
But you're also one in a million in another sense. If you live in an area with several thousand college students, the number of possible matches for dating is several million. You yourself have a choice of several thousand dates, and be modest that's too many to check out.
Here's where OPERATION MATCH comes in.
Si yo fuera universitario en aquella época, creo que estas pocas líneas ya me habrían convencido: dar con la persona adecuada (y que esa persona dé conmigo) es como una aguja en un pajar. Operation Match lo hace por mí. ¿Qué puedo perder?
El cuestionario se dividía en varias partes que servían para establecer características psicológicas y físicas, tanto las propias como las deseadas en la potencial pareja. Altura, edad, intereses, aficiones, actitudes... En total 150 preguntas.
Es interesante analizar el cuestionario porque muchas de las preguntas serían impensables hoy día o, al menos, formularlas de la forma directa en que lo hacen. Estamos en los años 60, y buena parte de las preguntas y las opciones de respuesta son un reflejo de la sociedad americana de la época (por ejemplo, Operation Match no contemplaba la posibilidad de buscar a una pareja del mismo sexo). Además, el cuestionario no tenía ningún rigor científico: era una lista de cuestiones confeccionadas por veinteañeros, que hacían las preguntas que ellos mismos consideraban importantes. Preguntas sobre aspectos como:
Raza preferida («caucasian», «oriental», «negro»).
Clase social (propia y preferida).
Puntuación en el test de aptitud matemática (estamos hablando de Harvard…)
Puntuación en el test de aptitud verbal (seguimos hablando de Harvard…)
Filiación política.
Creencias religiosas (“Do you believe in a God who answers prayer?”)
Importancia del sexo (Esta pregunta es fantástica: “Is extensive sexual activity preparation for marriage, part of «growing up»?”)
Talla ideal de sujetador.
En definitiva, respondes las preguntas y las envías por correo. Una vez recibido el cuestionario, las respuestas se trasladaban a una tarjeta perforada que sería posteriormente analizada por una megacomputadora muy avanzada para la época: la IBM 7090.
La IBM 7090, a la que los fundadores de Operation Match denominaban "the world's most perfect boy/girl matcher", era una máquina de 5 toneladas de peso que ocupaba toda una sala de unas oficinas de Massachusetts. Este modelo de ordenador, que también se usaba para monitorizar los programas espaciales de vuelo de la NASA, era la verdadera «Celestina» de la Operation Match: tenía la capacidad de analizar miles de tarjetas perforadas y establecer cientos de relaciones entre ellas y posteriormente emparejarlas.
Y, ¿qué recibía la persona que participaba en Operation Match? Al cabo de una o dos semanas, la persona recibía, como mínimo, 5 citas ideales, con nombres, direcciones y números de teléfono.
Ya solo quedaba, como decía un anuncio de la época, “Guys call the gals”.
Y no acababa ahí: el “perfil” de cada persona permanecía en la memoria de la computadora, continuando su misión de buscar nuevas conexiones, emparejar y hacer felices a miles de jóvenes universitarios. No puedo evitar pensar por un momento en el maléfico uso que podría hacerse de una base de datos que contiene tal cantidad de perfiles con información detallada sobre tendencias políticas, preferencias sexuales, creencias religiosas, capacidades psicológicas e intereses personales, como poco.
Pero vamos a pensar bien.
Aunque «la 7090» hizo al parecer buenos matches, también hizo conexiones algo extrañas, como en la Universidad de Carolina del Norte, en que emparejó a un universitario con su propia hermana. Para su círculo de amistades, no fue tan sorprendente el hecho de que les emparejaran como que les veían, según sus propias palabras, «tan diferentes como la noche y el día».
Sea como fuere, el programa se hizo extremadamente popular y se extendió de universidad en universidad, de ciudad en ciudad. Cientos de jóvenes de más de 500 campus universitarios de todo Estados Unidos fueron emparejados, y al parecer con una tasa de éxito bastante alta. Cuantas más fichas acumulaba la Celestina informatizada, más conexiones felices podría hacer.
Lo que empezó como un pequeño proyecto se convirtió en un trabajo tan extremadamente rentable y absorbente para Tarr, Ginsberg y Crump, que hasta constituyeron una compañía, llamada Compatibility Research, Inc. Hicieron campañas de publicidad que difundieron el proyecto: ofrecían una comisión del 10% a los periódicos universitarios a cambio de promocionar Operation Match. Su iniciativa de ligue informatizado salió en portadas de revistas que dieron aun más impulso a su popularidad. Dave Crump, uno de los cofundadores, hasta compuso-adaptó una canción para que Operation Match resonara en las calenturientas mentes de miles de jóvenes:
Well, I filled out my form and I sent it along,
Never hoping I'd get anything like this.
But now when I see her,
Whenever I see her,
I want to give her one great big I.B.M. kiss.
She's my I.B.M. baby, the ideal lady,
She's my I.B.M. baby.
From the first time I met her I couldn't forget her,
She's my I.B.M. baby.
Well we've dated sometime,
Things are going just fine, and I'd like to settle down with her.
Just like birds of a feather
We put 2 and 2 together, and we came one with an I.B.M. affair.
She's my I.B.M. baby, I don't mean maybe,
She's my I.B.M. baby.
Sin embargo, el éxito de Operation Match prácticamente se fue como vino y, pocos años después malvendieron su compañía en dos partes: una parte la adquirió una empresa de publicidad llamada National Student Marketing. La otra fue vendida a una compañía hotelera que buscaba captar clientes con el reclamo de «emparejar a hombres y mujeres».
Al final, para estos tres muchachos lo más importante fue que —en sus propias palabras de muchos años después— vieron cumplido su objetivo inicial: «pudimos ligar y tener buenas experiencias sexuales».
Match Ex Machina.
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