⁍ Superfluor 03. Hobo: una historia de trenes, tipografías y bolsos
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En este número (el último hasta agosto) se desvelan las conexiones de varias historias dispares, unidas a través de una palabra: hobo.
§1. Trabajadores, símbolos, trenes.
Only the poor break laws. The rich evade them.
—T-Bone Slim
Un hobo es un trabajador itinerante que surgió a finales del XIX, que se desplazaba practicando lo que se denomina «freight hopping», subido como un polizonte en los trenes de mercancías, aprovechando cualquier oportunidad. Tras finalizar la guerra civil americana en 1860, muchos veteranos volvían a casa usando los vagones de carga. Otros, en busca de trabajo, se dirigían a la frontera para tratar de ganarse la vida, o se cruzaban el país trabajando donde podían y como podían. Los hobos son una parte fundamental de la historia americana y su estilo de vida está muy unido a la expansión del ferrocarril y a la noción romántica (e idealizada) de libertad y aventura.
No eran pocos: se calcula que hacia 1911 había 700.000 hobos en América. Y con la Gran Depresión volvió a dispararse el número de personas que utilizaron el ferrocarril como una vía para sobrevivir.
Se desconoce de dónde procede el término, y hay teorías para todo, desde el saludo en jerga del ferrocarril «ho, beau!», a que deriva de las palabras «homeless boy» o «homeward bound». La palabra Hobo está ligada a la cultura americana, desde la música y el cine a la literatura, y se entrelaza con otros términos que parecen similares, pero esta frase aclara bastante la diferencia: «A hobo wanders and works, a tramp wanders and dreams and a bum neither wanders or works».
Códigos de supervivencia
Los hobos tenían su propio sistema simbólico para comunicarse. Marcados con cualquier cosa —tiza, carbón, una piedra afilada—, se decía que plasmaban estos símbolos en muros y casas, para compartir información con otros hobos cuando llegaban a una zona o población. Eran verdaderos jeroglíficos; un gato mal dibujado marcaba el hogar de una amable señora, unas líneas cruzadas en forma de reja simbolizaban la cárcel, una onda con un rectángulo indicaba agua no potable. Con unos cuantos trazos rudimentarios un hobo podía obtener información importante sobre comida, trabajo, peligros, refugios... en definitiva, si merecía la pena quedarse en la zona o lo mejor era buscarse otro tren y continuar el camino. Estos códigos les servían hasta para seguirse la pista unos a otros a través del país:
Water-tanks are tramp directories. [...] I have met hoboes who, in trying to catch a pal, had pursued clear across the continent and back again, and were still going.
—Jack London
Contaban con su propio código ético (la mayoría de sus principios me parece que valen para cualquier persona) y tenían su jerga, con expresiones incluso poéticas para referirse a cosas más románticas en la idea que en la práctica, como «Cover with the moon» (arropado con la Luna), para referirse a las ocasiones en que les tocaba dormir al raso. Hasta sus apodos te hacen imaginar anécdotas de su estilo de vida: Hobo Lump, Pennsylvania Kid, Minneapolis Jewel, Mountain Dew, Cinderbox Cindy, Iowa Blackie.
Los hobos no llegaron a desaparecer, hoy día sigue habiendo comunidades, pero sus tiempos «dorados» fueron otros. Ya en 1960 Jack Kerouac contaba esto:
The American Hobo has a hard time hoboing nowadays due to the increase in police surveillance of highways, railroad yards, sea shores, river bottoms, embankments and the thousand-and-one hiding holes of the industrial night.
§2. Tipografía, lápidas, tabaco ruso.
Morris Fuller Benton fue un tipógrafo americano, uno de los más importantes de la historia por el gran número y relevancia de las tipos que diseñó. Vivió entre 1872 y 1948, y a lo largo de su vida creó y rediseñó cerca de doscientas tipografías con la American Type Founders, compañía en la que fue responsable de diseño. Con toda seguridad has leído algo o incluso escrito con alguna de sus tipografías.
La que nos interesa aquí es la tipografía Hobo —¿cuál si no?—, que Benton creó en 1910, en pleno auge del Art Nouveau. Hobo es una tipografía muy peculiar y reconocible, con sus formas redondeadas (si te fijas, prácticamente no tiene líneas rectas). Se hizo muy popular y es fácil encontrarla en muchos lugares, incluso en carteles de películas. Por algún motivo, es de las fuentes tipográficas más empleadas en lápidas y monumentos conmemorativos, algunos polémicos.
El origen de su nombre es uno de los grandes misterios de la tipografía, y hay distintas teorías: una apunta a que la peculiar forma arqueada de algunos caracteres recuerdan a las piernas arqueadas de un hobo (¿?). Otra a que pasaron varios años desde que se diseñó hasta que se patentó en 1915, y como estuvo tanto tiempo «dando tumbos», sin propósito, por la fundición, podía recordar a un hobo itinerante.
Sin embargo, una de las teorías más plausibles es la que apunta a un cartel estilo Art Noveau, pintado hacia 1903 o 1905, de la fábrica de tabaco Kolobov & Bobrov, de San Petersburgo, con dos distinguidos caballeros anunciando unos nuevos cigarros. Me refiero a este cartel:
A comienzos del siglo XX no hacía falta salir de Estados Unidos para poder ver un cartel como éste; Benton vivía en la zona noreste de New Jersey (donde estuvo la sede de la ATF) que, en aquella época, albergaba una enorme comunidad de judíos rusos, unos 300.000, y era habitual ver carteles publicitarios escritos en cirílico.
¿Te has fijado en la palabra «Hobo», en la parte superior del cartel? En realidad, es la escritura cirílica de la palabra Novo (Nuevo), en un estilo redondeado que recuerda a la tipografía Hobo. En la siguiente línea, a la derecha, hay una palabra, Чудно (Chudno), que en ruso significa «Maravilloso», y aquí está lo interesante: esa O, tan peculiar, es prácticamente idéntica a la O mayúscula que diseño Benton para su tipografía Hobo.
¿Se inspiró Benton en este cartel ruso de un desconocido artista y, a partir de una letra, desarrolló una de las tipografías más usadas del mundo? ¿La bautizó como un homenaje secreto a su inspiración? Tal vez lo hizo y decidió ocultarlo, o lo compartió con colegas de profesión y el dato se perdió con el tiempo porque no quedó constancia escrita. El caso es que:
Las fechas y el nombre concuerdan,
Por geografía y época es probable que Benton viera este cartel,
El estilo tipográfico encaja y, sobre todo,
La O mayúscula, tan característica, es prácticamente idéntica.
Posiblemente nunca lleguemos a averiguar la verdad, pero no hace menos interesante la historia.
§3. Bolsos, pobreza, riqueza.
El bolso que ves arriba se denomina Hobo, aunque tal vez ya lo supieras. Es bastante habitual, y los hay de todos los precios, tamaños y colores, con esa forma característica. Se denomina así porque su forma recuerda al clásico hatillo colgado del extremo de un palo, y alguien asumió que todos los hobos han llevado siempre un hatillo al hombro.
El hatillo es uno de los elementos icónicos que asociamos a la persona vagabunda, a una persona que recorre el mundo llevando al hombro sus pertenencias (o toda su vida, incluso). Por si no tienes en mente a qué objeto me refiero, lo verás en el cuadro que tienes más abajo, titulado «The Runaway» y dibujado en 1958 por Norman Rockwell, uno de mis artistas favoritos. Este humilde objeto se ha usado durante décadas en cine, dibujos animados, cómics, y con ello se ha perpetuado un significado concreto y una serie de atributos, generalmente negativos —pobreza, suciedad, abandono, fealdad—. Sin embargo hay otros matices, porque cuando ves al Pato Donald caminando alegremente con su hatillo la vida no parece tan dura.
Es posible que muchas de las personas que usan un bolso tipo Hobo en la actualidad ignoren el origen y la profunda historia que inspira el nombre, y tal vez descartarían tener un bolso de este estilo si esos atributos negativos estuvieran vinculados a su bolso de moda (y por extensión, a su propia persona). Pero, ¿en qué momento se disocian las dos imágenes inferiores, que están unidas por una misma palabra?
Básicamente, reinterpretamos la historia del objeto, conservamos el «cascarón» y le damos un nuevo significado. Con la ayuda de las marcas y la publicidad (y el desconocimiento), se envuelve de nuevos atributos que serían impensables en el objeto original —glamour, estilo, poder, riqueza—, y pasa de ser un objeto indeseable a otra cosa que miles de personas compran para usar como señal de status.
Se podrían contar muchas más cosas en torno al término Hobo pero por ahora es suficiente. Si te apetece seguir tirando del hilo y acabas encontrando más conexiones, me gustará escucharlas.
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