※ Superfluor 32. Auténtico
Diseño, inteligencia artificial, arquitectura y arte en torno al término «auténtico».
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Hoy me apetecía hacer algo distinto, un breve ensayo en torno a una palabra y dejarme llevar por conexiones mentales que me permiten hilar conceptos variados, hasta donde lleguen. Son reflexiones que no pretenden asegurar ninguna conclusión, solo poner en orden mis ideas, estimular tu curiosidad y extraer tus propias conexiones. No me parece mal propósito.
Un ensayo sobre el término «auténtico».
El Santuario de Ise, o Ise-jingū, es uno de los templos más importantes de Japón. De hecho, es el templo sintoísta más importante del mundo. Tiene algo especial, y es que se desmonta hasta sus cimientos cada 20 años, y se reconstruye siguiendo exactamente el mismo diseño arquitectónico, desde el año 690. Es un edificio inmerso en un ciclo permanente de muerte y resurrección, de demolición y reconstrucción, que desdibuja la línea entre lo que es auténtico y lo que es una copia sistemática. Desde el año 690 hasta hoy se han realizado 62 reconstrucciones.
La reproducción fiel a partir de un patrón original forma parte de la cultura japonesa, y para la religión sintoísta reconstruir periódicamente el templo permite preservar la pureza del lugar. Desde la óptica occidental, probablemente el edificio dejó de considerarse «antiguo» desde sus primeras reconstrucciones del siglo XX.
Entonces, ¿es un edificio milenario o es una estructura que no tiene más de 20 años? ¿Es auténtico o una fiel copia?
Nuestra relación con la noción de lo Auténtico tiene mucho de percepción, porque la reacción que genera depende del conocimiento que tenga el observador sobre el objetivo (llámese persona, objeto…). Incluso, según quién observe, diría que se trata más bien de la esperanza, de un estado de fe. Queremos creer que estamos ante algo genuino, igual que Fox Mulder en Expediente X quería creer en los extraterrestres. Porque lo Auténtico es evocador, es estimulante, y cuando esa creencia se desvanece mediante el conocimiento, nuestra percepción sobre el objeto cambia, y este se transforma en algo más mundano, un poco más convencional.
Si un pequeño letrero nos indica que el cuadro que tenemos delante es un auténtico cuadro de Picasso probablemente reaccionemos acorde al renombre y al valor atribuido al pintor y a su obra. Pero si, mientras lo contemplamos (maravillados o no, eso ya va en gustos), nos dicen que no, que se trata de una reciente reproducción, probablemente nuestra expresión facial se ensombrezca, aunque sea un poco.
¿Por qué? ¿Qué hay de diferente, si el objeto es el mismo? ¿Qué es ese algo que se desvanece ante nuestros ojos? ¿No será que, al no ser Auténtico, perdemos una pizca de interés y de(s)preciamos su valor?
Podría ser, pero también hay casos excepcionales que contradicen este punto.
Salvator Mundi es el cuadro más caro de la historia. Fue adquirido en una subasta por un comprador anónimo por 450 millones de euros, en 2017. Una etérea figura que no pertenece al Tiempo nos observa con mirada serena desde el otro lado del lienzo.
Se atribuye a Leonardo da Vinci, pero, hoy por hoy, nadie puede asegurar que lo pintara el genio florentino.
Y esto lo hace más interesante aun, porque la polémica de autenticidad en torno a la autoría del cuadro no le resta valor, al contrario. Paradójicamente, ante este enigmático cuadro, la emoción de la incertidumbre, la esperanza de que sea auténtico (y no la probabilidad de que no lo sea) incrementa considerablemente su valor, y el deseo de poseerlo. Es como si, de algún modo, la duda de la autenticidad lo hiciera más auténtico (si es que lo auténtico fuera una magnitud). A la esperanza de lo auténtico se suma el añadido de lo Raro, porque solo existen 20 pinturas atribuidas a Leonardo da Vinci, y solo 10 se consideran auténticamente suyas.
¿Qué amante del arte y del dinero abundante querría correr el riesgo de que sea un verdadero y escaso Da Vinci y no poseerlo?
En torno a la idea de Apariencia que acompaña a la Autenticidad también hay mucho que explorar. Si consultas un diccionario, verás que dice que algo es auténtico si «es realmente lo que parece o se dice que es», o que «está autorizado o legalizado y tiene valor oficial».
Lo que parece que es.
Un fan del músico Nick Cave le pidió a una inteligencia artificial que escribiera la letra de una canción en su estilo. Con la letra resultante en la mano, le preguntó a Nick qué le parecía, qué opinión tenía sobre las inteligencias artificiales.
Por la respuesta que dio Nick, no parece que use mucho ChatGPT.
What ChatGPT is, in this instance, is replication as travesty. ChatGPT may be able to write a speech or an essay or a sermon or an obituary but it cannot create a genuine song. It could perhaps in time create a song that is, on the surface, indistinguishable from an original, but it will always be a replication, a kind of burlesque.
Una inteligencia artificial puede escribir la letra de una canción imitando el estilo de Nick Cave, cientos de letras. Pero, ¿son realmente auténticas? Aquí es donde lo Auténtico conecta con la idea de Autoridad: legitimamos el mensaje, no por el mensaje en sí, sino porque legitimamos a quien lo emite: pensamos, o esperamos, que quien es capaz de expresar ciertos mensajes los ha vivido. Si creemos que la emoción recorre cada palabra, probablemente la emoción recorrerá nuestro cuerpo.
Cuando una inteligencia artificial «canta» sobre el amor, el dolor o la muerte, escribe frases formalmente impecables, pero huecas. Parece Auténtico, pero carece de Autoridad, porque, ¿qué narices va a saber una Inteligencia Artificial sobre el amor (o el desamor), o sobre la pérdida de un ser querido? Es un reproducción mecánica, es como una persona que dice lo que quieres oír, no lo que realmente siente. De hecho, el término «Auténtico», en uno de sus «eslabones» etimológicos, deriva del griego Authentikós, «el que tiene autoridad».
La definición de Auténtico genera automáticamente un espacio complementario, el de lo Falso, e implica una comparación inevitable, y esto es un terreno interesante si lo llevamos a la construcción de marcas y productos. Años atrás, el eslogan de la marca de coches en miniatura Micromachines era «si no son Micromachines no son los auténticos». Era la frase que tenían por bandera en sus anuncios de la tele. Es inteligente, perversamente inteligente, porque una marca se apropia, de un plumazo y con un puñado de palabras, de todo un nicho de mercado. Se autoasigna ser el criterio de referencia para distinguir lo verdadero de lo falso. Implícitamente, indica que cualquier otra empresa que fabrique coches en miniatura es una burda copia de su producto, tenga o no intención de imitar.
La línea de lo falso imitando a lo auténtico es curiosa porque implica identificar cuáles son los rasgos esenciales que caracterizan la autenticidad de algo o de alguien. ¿Qué es ese algo que representa a una persona, una marca, un producto? Es como un artista que retrata a una persona y no consigue identificar los detalles faciales que hacen de ese rostro algo único. ¿Cómo va a reproducirlo con fidelidad si no capta lo verdaderamente esencial y representativo? No se puede tratar de copiar algo, en el sentido más perfecto del término, si se desconoce qué caracteriza al elemento original.
La autenticidad me recuerda a lo que se conoce como «Gotas del príncipe Rupert», también llamada «lágrima holandesa» (además me guío por lo que me evocan las palabras). ¿Has visto una «lágrima holandesa» alguna vez? Es una gota de vidrio fundido con unas extrañas propiedades, un enigma científico: es increíblemente resistente e increíblemente frágil. En uno de sus extremos resiste hasta 12 toneladas de presión, mientras que el más ligero golpe en el extremo contrario hace que toda la pieza se desintegre en décimas de segundo.
Y lo Auténtico es similar a una Gota de Rupert, con dos polos: un estado absoluto que nace de la naturalidad, se conecta con la Coherencia y no contempla estados intermedios. No se puede ser «medio» auténtico. O se es auténtico o no se es. En la secuencia de «Ser lo que dices, decir lo que haces, hacer lo que eres», un pequeño golpe en un punto clave de la cadena y la Gota de Autenticidad se deshace en mil pedazos.
Cuando el dueño de la marca de ropa Patagonia decide donar su empresa para ayudar a combatir el cambio climático refuerza su Autenticidad y la de la marca. Bastante menos auténtico se percibe al dueño de Salesforce cuando usa la palabra Ohana («familia», en hawaiano) para referirse a todas las personas que trabajan en la compañía, mientras despiden a 8 000 personas, el 10% de la plantilla. Obviamente, las cosas no son tan simples como estos titulares, por eso es importante reconocer la relevancia que tiene nuestra percepción y nuestra lectura crítica en lo que a Autenticidad y Coherencia se refiere.
Perseguir la autenticidad resulta una contradicción. Buscar ser auténticos nos aleja de la autenticidad. Seamos como seamos está bien así, y eso nos hace personas auténticas, aunque tanta simplicidad nos decepcione. Flotamos en un océano de dudas, tratando constantemente de distinguir lo Falso de lo Auténtico, la verdad de la mentira. Tal vez lo que nos mueve sea nuestro anhelo de toparnos con lo excepcional entre lo mediocre, pero hay algo que tengo claro: más vale bronce auténtico que oro reluciente y falso.
Espero que hayas disfrutado este ensayo, si te ha servido para sacar más conexiones mentales será buena señal. Te invito a darle al 🖤, compartir tus ideas o compartir este Superfluor con las personas curiosas que conozcas. Nos vemos en el siguiente número.
Conexiones
Salvator Mundi
ChatGPT
Religión Shintō
Santuario de Ise
Micromachines
Patagonia
Blade Runner y los Replicantes (aunque lo eliminé en la versión final, está presente como conexión, cómo no).
Conexiones enriquecidas
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Rebeldía
¡No he podido evitar pensar en Adorno mientras la leía! Por si alguien está interesado: https://es.scribd.com/document/329186210/Adorno-Theodor-W-DIALECTICA-NEGATIVA-LA-JERGA-DE-LA-AUTENTICIDAD-pdf#