⁂ Superfluor 52. Una fidelidad silenciosa
Organizaciones, personas y el verdadero significado de Compañía.
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Organizaciones, personas y el verdadero significado de Compañía.
GSC Game World, el estudio ucraniano responsable de la legendaria saga de videojuegos S.T.A.L.K.E.R., anuncia en 2018 que están trabajando en una nueva entrega, ansiada por millones de seguidores. El lanzamiento definitivo está previsto para abril de 2022. El equipo, muy unido y motivado, está entusiasmado con el proyecto.
Unos meses antes de esta fecha se suceden las tensiones militares y políticas entre Ucrania y Rusia. Aunque había mucha inquietud en el país, los tambores de guerra no parecían resonar con fuerza. Aun así, la afilada intuición de Mariia Grygorovych, productora ejecutiva del estudio, ya vibraba alarmantemente a finales de 2021.
Mariia comparte sus inquietudes con Ievgen, su marido y CEO de GSC. Si estallara la guerra, ¿podrían evacuar al equipo en caso de guerra?
Trazan un plan. Estudian las rutas de evacuación más adecuadas y deciden que el mejor destino es Uzhorod, en el extremo occidental de Ucrania, frontera con Eslovaquia. Mariia considera que Putin no querrá comenzar una guerra con la OTAN en ese momento y esa zona estaría a salvo de los misiles rusos.
Llega enero.
Alquilan varios autobuses y los estacionan cerca de las oficinas de GSC en Kiev. Los autobuses bien pertrechados y sus conductores estarán allí las 24 horas del día, todos los días, el tiempo que haga falta. Ambos sabían que en caso de guerra los conductores no llegarían a tiempo.
No pensaron solamente en los empleados sino que alquilaron suficientes vehículos para evacuar también a las familias. El plan era claro: si la guerra con Rusia estallaba, los autobuses llevarían a los empleados que quisieran y a sus respectivas familias a la frontera eslovaca.
Durante mucho tiempo, no se lo dijeron al equipo para no crear alarma. No lo anunciaron en redes sociales, no enviaron un mensaje corporativo. No lo convirtieron en algo de lo que sacar rédito de notoriedad o mejorar su propia imagen ni de la compañía. Sencillamente, querían estar tranquilos de que, llegado el momento, las personas que consideraban familia estarían a salvo.
El 24 de febrero de 2022, Putin anuncia su «operación militar especial». La invasión rusa ha comenzado.
Como una premonición, unos días antes del anuncio, 183 personas del equipo y sus familias han marchado a la frontera, gran parte en los autobuses preparados por Mariia y Ievgen. 139 deciden permanecer en Ucrania y muchos se unen al ejército para ayudar en la defensa de su país. Algunos mueren en batalla. Culpa, miedo, impotencia, valor. Como un gesto simbólico de resistencia patria, renombran el videojuego.
Cargábamos nuestras armas con una mano y trabajábamos en nuestro juego con la otra.
La guerra se intensifica. Los autobuses se ponen de nuevo en marcha. En pleno invierno, continúan más allá de la frontera.
Tras varias escalas y muchas dificultades, parte del equipo se establece en Praga, desde donde siguen trabajando en el videojuego como pueden, sin gran parte del material, que tuvo que ser dejado atrás. Algunos de los que se quedaron en Ucrania también continúan porque es un proyecto que les mantiene cuerdos, motivados y unidos. El juego se ha convertido en su elemento de resistencia.
Finalmente, y a pesar de la guerra, hackeos, amenazas y múltiples retrasos, el 20 de noviembre de 2024 S.T.A.L.K.E.R. 2 se lanza en todo el mundo. Su obra por fin ve la luz.
Esta experiencia tan increíble es narrada por el propio equipo de GSC en un documental que me ha calado hondo. Debería ser visto en muchas empresas. En él hay más creencias, valores y demostraciones que en cientos de departamentos de Marca o de Recursos Humanos.
Su preocupación por la seguridad y el bienestar de todas las personas del equipo era real y genuina. Mantuvieron en nómina a todos, incluso a los que no podían trabajar en el proyecto. No fue fácil, el riesgo de quiebra estaba muy presente. Cuidaron de todos porque, sencillamente, era lo correcto.
¿Cuántas empresas con documentos repletos de palabras como Compromiso, Confianza, People ante todo y similares, harían algo remotamente similar, aun salvando las distancias de algo tan extremo como una guerra? Las empresas se pueden permitir cuidar a las personas cuando las cosas van bien pero, ¿hasta dónde estarían dispuestas a llegar para demostrar los conceptos en los que dicen sustentarse?
¿Fans?
El otro día leía un artículo hablando sobre la crisis de las empresas. Abría con la frase «las empresas necesitan fans» y reflexionaba sobre el escaso sentimiento de pertenencia de los trabajadores y de lo que cuesta «retener talento».
Qué cosas tiene el lenguaje. Como en cualquier relación, si tienes que retener a alguien, algo grave falla. Puedes retener a una persona con dinero u otras condiciones pero será, sencillamente, una prisionera.
¿Y qué significa eso de «fans»?
No creo que las empresas necesiten fans, la verdad. Creo que necesitan compañeros.
La palabra «compañía» deriva del latín companio, que significa "el que come el pan contigo". En este sentido, ¿cuántas compañías merecen realmente este término? ¿Cuántas «acompañan» a sus empleados, cuántas están dispuestas a compartir y comer el pan con sus equipos, en lo bueno y en lo malo? ¿Cuántas demuestran la intención, siquiera?
Las personas somos muy sensibles al discurso vacío, a la incoherencia, a la falta de autenticidad, a la falta de compromiso. También somos muy receptivas a la buena voluntad, indulgentes con los errores humanos y agradecidas con la buena intención, y, sobre todo, con los hechos, aunque no conviene olvidar el poder del lenguaje: donde los gestos indican, las palabras deben acompañar.
Dile a alguien que mantendrás su salario hasta que los problemas se solucionen.
Dile que te preocuparás de proteger su vida y la de su familia.
Más bien, hazlo, y será mucho más que tu fan. Te seguirá allá donde vayas.
Será tu compañero de por vida.
Si como empresa quieres importar a las personas, el primer paso es demostrar que realmente te importan. Y en esta relación el compromiso es bidireccional, porque igual que las personas necesitamos saber por qué nos vamos de los sitios en los que trabajamos, debemos tener claro por qué permanecemos en ellos.
Hablo de empresa aunque en realidad sea un ente abstracto. Su forma y aspecto depende y se nutre de cada relación, afirmación, decisión o conversación. En ese microcosmos nace la «cultura», la síntesis única de todas esas conexiones y factores, una proyección magnificada que se elabora con los valores, creencias, acciones e interacciones de ese colectivo, de forma individual y grupal.
Cuando trabajas en y para organizaciones, tienes la oportunidad de aprender mucho sobre la naturaleza humana y sobre cómo se gesta una cultura. Es una fuente inagotable de la que aprendes, incluso por mera observación, sobre estilos de liderazgo, construcción de relaciones, gestión de los conflictos, el valor de la coherencia, sobre cómo se establecen los objetivos o se comunican las decisiones. Aprendes sobre cómo se gestionan las dificultades, cuánto se respeta el trabajo, se aprecia a las personas y cómo se demuestra.
Las culturas corporativas no son una receta exacta, no nacen como un producto de laboratorio, no son replicables. En una cultura, cada persona cuenta para mantenerla o cambiarla y al mismo tiempo es resistente a las decisiones individuales, aunque el papel más esencial es el de las figuras clave, como Mariia o Ievgen, que con su liderazgo marcan el rumbo y con sus acciones son referencia para los demás.
He conocido de cerca empresas con trabajadores que llevan décadas en ellas. Motivados, agradecidos, satisfechos. No son fans exaltados proclamando a los cuatro vientos su gran amor a su compañía. Son compañeros fieles, inmersos en una cultura que les late grave en el pecho, como el vínculo de una vieja amistad cuya confianza se hizo roca hace años a base de gestos recíprocos y sinceros.
Necesitamos una fidelidad silenciosa, forjada con más gestos que palabras, con más pruebas que intenciones. Necesitamos una relación serena de confianza mutua, que no requiera aspavientos ni grandilocuencia.
También la necesitamos, y urgentemente, en la política (como «organización» que un país también es), porque tristemente vemos que ni los hechos están a la altura ni las palabras acompañan a las acciones. Una desconexión humana tan profunda que raya lo enfermizo. Cuando Mariia dice que «ningún sistema debería ser más importante que la gente», muchos (ir)responsables deberían agachar la cabeza y asimilar de corazón esta frase, si es que no han perdido ya la capacidad de sentir.
Creo que, en el fondo, lo que necesitamos las personas es sentir la tranquilidad de que otras personas estarán ahí, en el momento necesario, en lo bueno y en lo malo.
Los gestos que salen del corazón no tendrán jamás espacio suficiente en un manual corporativo.
IMAGEN DE LA PORTADA: «Pigmalión y Galatea», Jean-Léon Gérôme (1890). El artista Pigmalión amó con tal devoción y fidelidad a la mujer de mármol que había esculpido, que los dioses dieron a la figura el regalo de la vida. Así estarían juntos por siempre.
El documental: War game: the making of S.T.A.L.K.E.R. 2. Si lo ves, puedes compartir(me/nos) tus impresiones y sensaciones.
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Ya somos 4.700 personas y da un vértigo del bueno. Gracias por estar ahí y nos vemos pronto en la siguiente Superfluor (espero).
Me ha encantado Superfluor 52, gracias por compartir la admirable historia de Mariia e Ievgen, y por tu reflexión.
Redondo, te ha quedado redondo. Un post para releer de cuando en cuando.