⁂ Superfluor 49. Abraza la contradicción
Nuestras palabras nos definen pero no nos determinan.
Me he dado cuenta de que a veces publico ideas aisladas que forman parte de un relato más profundo que aún no ha germinado en mi cabeza. Digo germinar porque me las imagino como semillas, muchas de las cuales permanecen latentes y de otras surgen pequeños brotes, como este de hoy. El otro día me dio por compartir la siguiente nota sobre la que varias personas con buena cabeza aportaron y construyeron ideas interesantes:
Solo quería dejar un recordatorio de que podemos estar en desacuerdo con lo que dijimos o escribimos tiempo atrás.
No pasa nada. La coherencia llevada al extremo nos impide evolucionar sobre lo aprendido. Lo importante es ser coherente con lo que uno es hoy.
Nuestras palabras nos definen pero no nos determinan.
Hay palabras que no hay que subestimar y «coherencia» es una de ellas, es una palabra con truco.
«Coherencia» designa una cualidad que conecta conjuntamente entre sí diversas partes de un todo. Se compone del prefijo co- (conjunto, globalidad) y haerere, un verbo latino que significa estar pegado o unido (como la palabra adhesivo). Lo interesante es que cuando esa misma unión se hace excesivamente intensa surge otro verbo con la misma raíz latina que es hesitar (dudar, vacilar, «hesitate» en inglés), del latín haesitare, que significa estar detenido, atascado, sin saber cómo avanzar. Tratar de mantener la coherencia en todo lo que pensamos, decimos o hacemos durante años resulta un ejercicio agotador que acaba con la energía de cualquiera. Se llega a convertir en un pegamento tan intenso que nos paraliza, nos impide evolucionar con lo que sacamos en claro de nuestros errores y aciertos.
Una cosa es lo que vivimos y otra muy distinta cómo nos contamos lo vivido, y no es poca cosa porque en ese relato reside todo, de él hacemos pender nuestra identidad y hasta el sentido mismo de nuestra existencia. El problema es que resulta muy fácil quedar enredados por las palabras y los conceptos. Las mismas etiquetas que usamos para lidiar con nuestra complejidad y encontrar puntos comunes con otros seres humanos nos dejan encerrados en un caja a la primera de cambio.
Llevamos mil mundos dentro de nosotros, infinitas versiones que quedan atrás cada día. Con el tiempo, nos convertimos en una amalgama de parches y retales que componen el tejido de nuestra vida. ¿Cómo ser inflexibles ante tremendo y variado tapiz de experiencias?
Permitámonos cambiar de opinión.
Acostumbrémonos a poder llevarnos la contraria.
Démonos el lujo de no culparnos por aprender de algo que ayer ignorábamos.
Ojo, no me refiero a que vayamos por la vida como descerebrados tomando decisiones aleatorias, solo que nuestra vida no es una coartada sobre la que debamos justificarnos ni hacerla a prueba de fisuras. Si hay un elemento que otorga pleno significado a tu propia existencia, eres tú y nadie más, con tus intuiciones, aprendizajes e intereses. Tu propio recorrido como individuo construye el relato de tu presencia en el mundo.
El artista Francis Picabia decía que «nuestra cabeza es redonda para permitir al pensamiento cambiar de dirección», y de alguna manera aplica bien. Tenemos derecho a cambiar nuestro punto de vista y, si hace falta, ejercer nuestro derecho a la contradicción.
IMAGEN DE PORTADA: Atrata, Francis Picabia (1929).
𓅓 Hoy me ha dado por no incluir más referencias cruzadas, pero a cambio tengo pensado enviar una última Superfluor antes de entrar en modo reposo de verano. Por si acaso la vida se impone por encima de las intenciones o sencillamente cambio de opinión, te dejo el número del verano anterior. Incluye referencias que son perfectas para esta época del año.
𓅓 Por si te lo perdiste, el último número reflexionaba, aparentemente, sobre pátinas y relojes. Aparte, siempre tienes el archivo, y he creado una sección donde recopilar las historias.
𓅓 Muchas gracias por llegar hasta aquí y estar ahí. Nos leemos muy pronto, espero.
Otra magnífica lectura mañanera de Superfluor que invita a reflexionar. Y ya son varias. ¡Gracias!
Se me vinieron a la cabeza rápidamente infinidad de ejemplos:
Hay veces que la gente llama incoherente a aquellos que se compran un Iphone y un Mac y se declaran abiertamente anticapitalistas; o por ejemplo a esos que se sienten "mucho" españoles pero son fanáticos "culés" en un club abiertamente independentista (aunque ahora sin Messi haya menos); o aquellos que tienen fe en Dios (y esta vez no me refiero al dios argentino) y la Virgen pero ni van a misa, y que por supuesto no se confiesan ni por asomo ante un cura. Luego también están los ateos, casados por la iglesia que es más trascendental que firmar en un juzgado, y que disfrutan haciendo el Camino de Santiago. A muchos de éstos les apasiona su contradicción de parar en un templo a reflexionar en silencio y admirar su arquitectura y arte sacro (¿y a quién no le va gustaaaar?) 😅
Mucha incoherencia en el mundo. Pero esa bendita incoherencia es en realidad una gran coherencia para contigo mismo, tus gustos, ideas y sentimientos en un momento determinado.
¡Qué de cosas se puede uno perder por ser coherente siempre y todo el rato!
Un saludo y a disfrutar del verano.
Completamente de acuerdo con tu reflexión Iván. Mi coherencia de hoy no es mi coherencia de hace 10 años. Así como mi identidad de hoy no es mi identidad de hace 10 años. Lo bonito de la vida es cuando abrazas al cambio, porque es lo que nos hace aprender, avanzar y medrar. Una persona que no cambia es una persona que no vive.
Gracias por estar. ❤️