⁂ Superfluor 44. Braniff, la aerolínea que llenó el cielo de colores
Una historia de diseño revolucionario y decisiones de altos vuelos.
¿Cómo estás? Por si es tu primera vez por aquí, me presento: soy Iván Leal y te doy la bienvenida a Superfluor. puede que antes quieras leer el propósito con el que nació esta gaceta. Esencialmente, es una exploración por los caminos de la curiosidad, y cada número es un recorrido distinto. Si ya eres habitual de Superfluor, me alegra verte por aquí de nuevo.
Estos días revisaba mi archivo de notas, pensando en qué nueva historia traer a Superfluor, y el ver por la ventana el brillo del sol de primavera me dio la idea. La historia de hoy es alegre, enérgica y está repleta de colores. Habla de diseño atrevido, decisiones corporativas valientes, estrategias narrativas originales e identidades de marca que abren caminos inexplorados.
Esta es la historia de la aerolínea Braniff .
Una historia de diseño revolucionario y decisiones de altos vuelos.
Se puede decir que la historia de esta aerolínea comienza entre 1926 y 1928, en Dallas, Texas. Los hermanos Paul y Thomas Braniff deciden establecer una pequeña aerolínea bajo el nombre Braniff Air Lines, Inc. Pasaremos por encima de los siguientes años hasta el punto de origen que nos interesa en esta historia.
Llegamos a noviembre de 1964.
La compañía se ha expandido desde la época de los hermanos Braniff, y Charles Beard, el entonces presidente, está buscando a un nuevo líder que le suceda en sus 10 años de mandato. Harding Luther Lawrence parece el más indicado por sus méritos: en su rol de vicepresidente ejecutivo ha catapultado a la pequeña aerolínea Continental Airlines y quintuplicado su crecimiento. Lawrence se convierte así, con sus 44 años, en el CEO más joven dirigiendo una aerolínea norteamericana.
En febrero de 1965, Lawrence comienza a visitar y estudiar a fondo cada área de la compañía. Dos meses después, el nuevo presidente ya tiene un plan trazado para revolucionar Braniff International y el sector aeronáutico hasta sus cimientos.
Muchas de las aerolíneas de la época tenían un aire distinguido y aburrido, como un aristócrata trasnochado. Lawrence creía que la experiencia de volar podía y debía ser algo excitante y divertido, pero Braniff debía cambiar mucho para estar a la cabeza de este cambio de mentalidad. La impresión de Lawrence era que tenía entre manos una aerolínea seria y convencional, una más de las tantas existentes. Veía uno de sus aviones insignia, «El Dorado Super Jet», con los convencionales colores patrióticos, y la palabra «aburrimiento» cruzaba por su mente.
Era prioritario revitalizar la imagen pública de la aerolínea, y era clave también definir una nueva identidad corporativa que cambiara el rumbo de la compañía y ya de paso de todo el sector.
El desafío recae en Tinker & Partners, una agencia filial creada recientemente por McCann-Erickson con una actitud experimental. Bajo la visionaria dirección de Mary Wells (gran líder y excelente profesional, una rara avis muy respetada en la era Mad Men de las agencias), se reúne un equipo de talentos excepcionales, como el modisto Emilio Pucci, la diseñadora de calzado Beth Levine o el polifacético diseñador Alexander Girard, que harán realidad la visión innovadora de Lawrence.
No sería un trabajo fácil ni rápido. Era una carrera de fondo y había mucho que hacer en muchos sentidos, empezando por los «pájaros».
Los aviones, por dentro y por fuera.
¿Hay algo más representativo de una aerolínea que la estética de sus propios aviones? Si te has fijado, gran parte de los aviones son blancos en buena parte de su superficie, con detalles de identidad corporativa muy localizados.
Hay muchos motivos por lo que el blanco es un color predominante y no voy a entrar en muchos detalles. Un avión a todo color incrementa notablemente el peso del mismo, lo que aumenta el combustible consumido, lo cual reduce tanto la autonomía de vuelo como los costes operativos por trayecto (que evidentemente, que repercuten en el precio del billete y/o en los costes de la compañía). Por otro lado, un avión colorido reduce su precio de reventa, ya que la nueva compañía que lo adquiera deberá repintarlo, lo cual supone tiempo y dinero. En esta intención de reducir el uso de la pintura, en estos años hubo incluso aviones sin pintar, con fuselajes de acero pulido.
En fin, que pintar bien de color un avión es una decisión arriesgada en muchos sentidos, pero Lawrence y Wells pensaron «¿So what?». Bueno, no sé si lo pensaron pero sí intuían que, si era una decisión arriesgada para las aerolíneas convencionales, sería una decisión acertada para la nueva Braniff.
Alexander Girard, amante de los colores alegres, replantea el diseño de todos los aviones y sugiere pintar el fuselaje de cada avión de un único color elegido de entre una nueva paleta de siete colores, a cada cual más brillante y llamativo. El nombre Braniff International sería bien visible en el fuselaje, mientras que las siglas «BI» lucirían en la cola. Por si fueran pocos, el equipo de publicidad de Braniff pronto aumentó la paleta de Girard a 15 colores.
Los coloridos aviones de Braniff se conocían como jelly bean (gominolas). Era imposible no fijarse en estas gominolas con alas, tanto en el aire como rodando por la pista. Una publicidad volante perfecta.
Y, cómo no, algo habría que hacer también con la cabina…
El equipo se puso manos a la obra. Girard tenía una larga experiencia diseñando telas, mobiliario e interiores, tanto en la legendaria Herman Miller como en proyectos con sus amigos íntimos Charles y Ray Eames. La paleta de 15 colores se combinó con el diseño de 57 tipos de estampados y tejidos muy variados. La fuente de creatividad sería prácticamente inagotable.
Cada-uno-de-los-objetos.
Parece obvio, pero replantear la identidad de una compañía requiere diseñar TODO. No hay absolutamente nada que pueda quedar sin hacer, y en una aerolínea eso es mucho: folletos de horarios, mostradores, etiquetas de equipaje, emblemas, ceniceros… Una vez más, Girard fue responsable del diseño de unos 17.000 objetos. Ya solo el inventariado de todo lo que debía ser diseñado tuvo que ser una labor monumental. Un trabajo de consistencia y creatividad fascinante, con miles de objetos respirando una misma identidad de marca. En este catálogo hay una mínima parte, pero te puedes hacer una idea.
Buena parte del mobiliario y las telas diseñadas por Girard fue confeccionada por la compañía Herman Miller.
Por otro lado, Girard era un apasionado de la tipografía y debía ser que tenía ratos libres, así que supervisó también la creación de una conjunto de fuentes tipográficas exclusivas para Braniff.
La indumentaria.
Mary Wells encargó al diseñador Emilio Pucci dirigir la confección de una nueva línea de uniformes para la tripulación. El estilo del modisto italiano era bien conocido por sus atrevidos estampados, y su espíritu transgresor y elegante encajaba bien con la filosofía de la nueva identidad. Para la tripulación auxiliar de vuelo, Pucci se decantó por un estilo futurista (cómo no, estamos en el apogeo de la carrera espacial), y Beth Levine diseñaría botas y zapatos a juego, originales, modernos y cómodos.
Eran prendas versátiles, con piezas intercambiables que podían ser combinadas de múltiples formas. Eran una fantasía, solo hay que verlas, y radicalmente distintas al estilo de otras aerolíneas.
De la enorme cantidad de prendas y objetos que confeccionó Pucci hay una que destaca especialmente y que tiene su pequeña historia, Refleja bien cómo las decisiones humanas están sujetas al marco histórico y temporal en que ocurren.
En junio de 1965, la misión tripulada de la NASA Gemini IV se completa con éxito y, como guiño, Pucci denomina «Gemini IV» a su colección inaugural de vestuario.
Además, a modo de homenaje espacial pero con una intención práctica, diseña su famosa Space bubble (la Bola, como él la llamaba): un casco de plástico que protege del viento y la lluvia los sofisticados peinados de las azafatas. El hecho de que pronto cayera en desuso por ser poco práctico es lo de menos: la Bola ya se había convertido en un icono de la compañía y en un símbolo de esta época retrofuturista.
Un discurso nuevo y fresco.
Un cambio tan radical requiere de un nuevo eje narrativo que articule el mensaje de la compañía. Con experiencia e instinto de sobra, Mary Wells y su equipo definen el leit-motif de la nueva Braniff, sintetizado en un magistral juego de palabras: The End of the Plain Plane.
Braniff da así un bofetón a todas las aerolíneas del mundo, con un mensaje que lo deja bien claro: Se acabó el aburrimiento. Se acabó lo gris y convencional. Braniff ha llegado para iniciar una nueva era en la experiencia de viajar y en todo el sector aeronáutico. Viajar con Braniff será una vivencia divertida, apasionante, colorida, porque toda la compañía desprende esa buena energía.
Braniff no resultaba indiferente. Las campañas publicitarias que realizaron con diversas agencias a lo largo de los años eran originales y provocadoras. Hubo una campaña algo arrogante cuyo eslogan era When You Got It, Flaunt It (algo así como «si lo tienes, presume de ello»). Fue una serie de colaboraciones con personajes famosos con un carisma especial y algo extravagantes, como Andy Warhol, Salvador Dalí o Sonny Liston, con la intención de conectar en la mente del público los rasgos de originalidad del personaje con los de la compañía.
El apogeo…
La apuesta por la nueva identidad corporativa dio sus frutos, que siguieron madurando a lo largo de muchos años. Braniff dio pasos inteligentes en términos de imagen y comunicación. La notoriedad identitaria y las decisiones estratégicas acertadas, con Lawrence al timón de la compañía, hicieron de Braniff una de las aerolíneas norteamericanas más rentables y con mayor crecimiento durante 15 años.
Creo que algo clave del éxito fue que Braniff tenía perfectamente interiorizada su propia identidad, y la integró con coherencia y naturalidad en sus acciones corporativas, lo cual consolidó su imagen de compañía moderna y vanguardista. Ejemplos de ello fueron la construcción de la «Terminal of the Future» en el aeropuerto de Dallas, o el Jetrail, un futurista sistema de transporte monorraíl suspendido en el aire, completamente automatizado. Llegaba a parecer una compañía de otro planeta.
…y el declive.
Sin embargo, esta carrera meteórica duró hasta 1980. Cambios en la regulación aeronáutica, el incremento de los costes del combustible y una serie de desacertadas decisiones de negocio llevaron a la aerolínea a entrar en bancarrota en cuestión de un par de años. El 12 de mayo de 1982, tras más de 50 años de servicio, Braniff cierra sus puertas de embarque.
Esta historia es un gran ejemplo de cómo el talento combinado de personas excepcionales da lugar a resultados extraordinarios. La huella que dejó Braniff puede que no sea muy conocida pero desde luego es profunda, y sería interesante analizar cómo algunas de sus revolucionarias ideas han seguido influyendo en la estrategia seguida por compañías que vendrían tiempo después (ejem… ¿Ryanair?).
Daría para otra buena historia.
Hay muchas ramificaciones que he omitido para tener una visión amplia de la historia de Braniff sin perdernos en muchos detalles. Te invito a seguir tirando del hilo, y si descubres algo que llame tu atención puedes traerlo para comentarlo, será interesante descubrirlo.
Espero que hayas disfrutado, si has llegado hasta aquí será buena señal. Puedes darle al 🖤, comentar y difundir a los cuatro vientos para que la historia de Braniff llegue a más personas curiosas.Nos vemos en el siguiente número.
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Me ha encantado esta historia que no conocía, Iván. Siempre hay un momento en el que unos valientes deciden salirse del camino de la eficiencia y la conveniencia para poner patas arriba todo.
Ripple effect challenge
https://www.ericvokel.com/blog/iconos-del-diseno-plastic-chair-de-charles-ray-eames/
Que es la silla del departamento de mi hijo estudiando disño industrial en Universidad de Buenos Aires.