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Si eres habitual de Superfluor, verás que en este número no he incluido las secciones con recursos y referencias. No sé si las echas en falta (¿es así?) pero hoy me pedía el cuerpo cambiar y hacer un número más conciso.
Hace no mucho leí una anécdota de una entrevista que conecta al último Sha de Persia con Dan Barry, el dibujante americano que, entre otros trabajos, se encargó de dibujar las historietas para prensa de Tarzán y revivió al personaje Flash Gordon, allá por los 60.
Me interesan las coincidencias y casualidades por las que la vida acerca a ciertas personas que no tienen nexo aparente. ¿En qué momento el destino de estos dos personajes tan distintos se llega a cruzar? En este caso, no me llama más la atención su improbable conexión sino el motivo que les llevó a conocerse.
En los años 70, Dan Barry estaba viviendo en Kitzbuhel, Austria. Resulta que esta zona era el lugar favorito del monarca iraní para practicar el esquí. De hecho, el chalet de Dan estaba muy cerca del que ocupaba el Sha de forma habitual. Cada año, el monarca aparecía por sorpresa, con discreción y sin anunciarse, rodeado por todo su séquito. Por supuesto, a pesar del secretismo, todo el mundo acababa por saber que el Sha estaba allí y la gente andaba atenta para tratar de verle.
Por aquella época, la estabilidad política en Irán era cada vez más precaria, crecía el descontento popular y se temía una revolución (como la que finalmente se dio en 1979). El Sha vivía rodeado de guardaespaldas, sus viajes estaban extremadamente protegidos y había un clima de alerta constante.
Por lo visto, el Sha era un esquiador bastante mediocre, y cuando visitaba la zona contaba con un instructor particular que era muy amigo de Dan Barry. Un día, este instructor, llamado Lutz Korn, le dijo a Dan:
—«Dan, el Sha me ha dicho que quiere que vayas a esquiar con él mañana.»
Dan se sorprendió. «¿Yo? ¿Por qué?». «Le he hablado de ti y le ha llamado la atención que la gente piense que te pareces a él».
Y era cierto. Dan Barry y el Sha eran bastante parecidos, con el pelo muy oscuro, la misma estatura y un aspecto corporal similar. En más de una tienda de la zona la gente miraba a Dan dos veces para convencerse de que no era el Sha en persona.
Aquí tienes, a la izquierda, a Dan Barry, y a la derecha, al Sha:
Un aire tienen.
Al día siguiente, Dan y el Sha de Persia se encontraron por primera vez en un sitio a las afueras del pueblo y fueron juntos a esquiar. Charlaron, bajaron unas pistas y al final del recorrido se separaron.
Un par de días más tarde, Dan se vio con Lutz y le preguntó por la opinión del Sha sobre su encuentro. El instructor le respondió, como quien habla del tiempo: «Ah, sí, me dijo que quería alguien que se pareciera a él para esquiar juntos. Al parecer ha recibido amenazas de muerte».
Después de escuchar esto, y en palabras de Dan Barry: «Podía haber un tipo allí esperando con un rifle mientras dos personas parecidas bajaban esquiando por la montaña.» Para tratar de quitar dramatismo a la situación, añadió: «Me gustó estar con él. Era muy culto, reservado, tenía un gran sentido del humor y le encantaba hablar francés y alemán. Le gustó mucho que yo hiciera Flash Gordon.»
Sí, seguramente el Sha le pareció un gran tipo, seguramente le gustó estar con él, pero Dan Barry pensó que había hecho buenas migas, y resulta que el Sha veía en él un doble que le venía muy bien como escudo humano en sus escapadas de invierno.
¿Qué hubiese hecho Dan si hubiera sabido la verdadera intención del Sha? Yo diría que le hubiera gustado aun más NO estar con él, algo que el Sha, obviamente, sabía de antemano.
Conocer cuál es nuestro papel en cada situación es solo una parte del acertijo que tratamos de resolver constantemente. Vislumbramos, sospechamos, intuimos. ¿Qué se espera de nosotros, por qué? ¿Qué queremos, qué necesitamos, qué obtendremos? ¿Qué rol tenemos? ¿Qué rol queremos tener?
Hay situaciones tan inquietantes como un baile de máscaras concebido por Jean Lorrain, danzando al ritmo de una charla casual mientras la verdadera conversación transcurre paralela entre oscuras cortinas. Hay otras situaciones tan agradables como un día soleado, con la luz atravesando y haciendo brillar, nítida y radiante, cada palabra compartida.
Hay personas que prefieren la luz y las hay que se mueven mejor entre sombras. Hay gente experta en «no dar puntadas sin hilo». Hay de todo, lo que es seguro es que a lo largo de la vida nos encontraremos y seremos unas u otras.
Más nos vale saber en qué terreno nos vamos a mover y prepararnos para jugar bien. Seguramente a Dan no se le arrimaría la camisa al cuerpo al enterarse de su papel, aunque tal vez cumplió mejor con su involuntaria función precisamente por ignorar cuál era. Lo que sí es muy probable es que le hubiese gustado saberlo antes de lanzarse a esquiar por la ladera.
O, ya puestos, para decidir no lanzarse.
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IMAGEN DE PORTADA: A ski party crossing a small frozen lake on one of the ski trails. Shingobee Winter Playground • Forest History Society (1940).