¿Cómo estás? Soy Iván Leal y te doy la bienvenida a Superfluor, una gaceta donde interconectar ideas y recursos de los que extraer inspiración. Puedes conocer en detalle su propósito y/o suscribirte (si no lo has hecho ya).
§0. Una intro necesaria
«¿Es necesario que mi lavavajillas emita 5 secuencias de 3 pitidos durante 3 minutos a 87 dB?».
Con esta reflexión iniciaba Máximo Gavete su newsletter Honos hace pocas semanas. Una concisa reflexión que hablaba del ruido y el odio, de nuestra relación (y reacción) con nuestro entorno a través del sonido y el silencio. Carlos Alonso, con la idea de Máximo como punto de partida, escribía sobre cómo los objetos perduran en nuestra memoria a través de sus cualidades sonoras, y de cómo el sonido les hace hablar de ellos mismos, e incluso «cantar».
Leer es como mantener un diálogo secreto con quien escribe el texto (aunque esta persona, claro, no lo sepa). Así lo veo yo. Los textos de Carlos y Máximo me resonaban con mis propias ideas y disparaban otras nuevas, como si fuera una conversación asíncrona generada a partir de una frase, con interlocutores que no buscan esa charla pero la acaban teniendo y la enriquecen con el tiempo.
Creo que el vínculo personal que tenemos con los objetos es completamente íntimo porque nuestra relación con el sonido también lo es. Un sonido sin un ser receptor que le otorgue sentido es, por así decirlo, un conjunto de ondas perdidas. Al percibir un sonido, su cualidad volátil adquiere forma y se convierte en información, en emoción, en respuesta, todo filtrado por nuestro tamiz individual. Cada sonido deja una huella sonora irrepetible e intransferible en cada persona, que puede acabar adherida a su memoria.
Me genera curiosidad la enorme cantidad de «formas» que puede llegar a adquirir el sonido. Como este es el octavo número de Superfluor, he querido profundizar en ocho de esas formas y ver qué ideas surgen. Pueden ser exploradas en prácticamente cualquier orden.
Máximo, Carlos, este número va dedicado a vosotros, por combinar la virtud de saber escuchar vuestros pensamientos con la habilidad de convertirlos en valiosas reflexiones.
§1. Sonidos que van por dentro
Mi relación con los sonidos es algo especial: el tinnitus es un trastorno que afecta al oído y lo desgasta, yo mismo lo padezco desde hace varios años. Un día comenzó un «piiiii…» en el oído izquierdo y ahí se quedó, como un huésped indeseado. Se calcula que entre un 10% y un 15% de la población padece lo que también se conoce como acúfenos, y aun así no se sabe mucho ni de las causas ni de posibles tratamientos (hasta ahora no hay cura, sí tratamientos que pueden paliar el ruido). Aunque resulte un oxímoron, es como un ruido silencioso porque nadie, salvo uno mismo, puede percibirlo, y cada persona lo vive a su manera: un pitido, un zumbido, un murmullo. Con intensidades distintas también. Es tan persistente que más vale no prestarle mucha atención para no volverse majara. Lo que más se echa de menos es el silencio.
Es un problema serio, así que, aunque suene a campaña sanitaria, cuida tus oídos. Yo empecé a usar auriculares de conducción ósea, que funcionan mediante vibraciones transmitidas por el cráneo al oído interno, evitando así dañar (o seguir dañando) los tímpanos.
§2. Sonidos para aparentar
Paradójicamente, hay objetos que suenan muy distintos a como realmente suenan (o deben sonar), y probablemente no nos gustarían si descubriéramos su verdadera identidad sonora. Da para una reflexión profunda sobre la psicología del sonido y la percepción de una marca gracias a sonidos asociados a sus productos. Y en torno al concepto de genuino, porque no es lo mismo maquillar o simular el sonido original de un producto que diseñarlo expresamente. Por ejemplo, el atractivo crujido de las patatas Pringles no es casualidad, su forma fue diseñada expresamente como un paraboloide hiperbólico (¡!) para potenciar al máximo ese «crunchy» característico.
Algunos sonidos se convierten en representantes de ciertos atributos del producto o, más bien, como consumidores creemos que los representan: pensamos que si un coche «ruge» es más potente, y si una aspiradora hace mucho ruido aspira y limpia mejor. No es necesariamente un proceso consciente, en parte se debe a condicionamiento y aprendizaje, y ciertas compañías ven esto como oportunidades de negocio. Lo que es cierto es que a través del sonido también se propagan los atributos de un producto y de una marca.
§3. Sonidos que molestan
Máximo: comparto tu frustración (u odio) con el sonido de ciertos «cacharros». Es increíble la irritación que llega a producir un sonido cuando es desproporcionado. Creo que la desproporción es un rasgo propio de lo que denominamos «ruido», que deriva del latín rugitus, «rugido», estruendo». ¿Un electrodoméstico tiene que molestar para informar de su función?
Hace unos meses compré una tostadora. Como buena tostadora, tostaba perfectamente, salvo un ligero inconveniente: al apagarse, el temporizador emitía durante varios segundos un pitido sostenido y estridente, digno de una central nuclear. Cada mañana. Para una humilde trozo de pan. Antes de valorar seriamente la idea de tirar el cacharro por la ventana, busqué cómo podía desactivarse el sonido, y di con la pequeña pieza del demonio responsable del irritante pitido de muchos electrodomésticos, conocida como… piezo buzzer. Según el aparato, esta pieza se puede quitar con relativa facilidad, así que te invito a «hackear» tus electrodomésticos y silenciarlos.
(La tostadora sigue en casa. Ahora solo hace un discreto «clic» cuando se apaga. No necesito más.)
§4. Sonidos que ayudan
Pero no se trata de demonizar los sonidos, está claro que aportan información valiosa y sirven para llamar la atención, realizar acciones o tomar decisiones importantes. Claro, esto es así siempre y cuando el sonido pueda ser captado (e interpretado) por la persona, lo cual no siempre es factible bien porque llevemos auriculares puestos o porque nuestros oídos no son todo lo finos que nos gustaría (se calcula que hay unos 466 millones de personas con diversos problemas de oído).
Pero, ¿y si los sonidos de nuestro entorno pudieran traducirse o canalizarse a través de otros medios, como un mensaje escrito? Podríamos «oír» el goteo de un grifo sin oírlo, o reaccionar a una alarma aunque no la escuchemos. ¿No sería genial recibir las señales de un sentido a través en otro?
Si conoces a quien pueda resonar este número de Superfluor, puedes pasárselo directamente. También puedes difundirlo a los cuatro vientos para que llegue lejos.
§5. Sonidos que aterran
El sonido puede tener efectos devastadores en un ser humano, sea de forma intencionada o accidental. En la Segunda Guerra Mundial, el ruido que anticipaba el ataque de ciertas armas generaba tanto terror como la destrucción misma que causaban. Su sonido tenía un perverso efecto adicional, al atacar la moral y el equilibrio emocional del enemigo, fueran militares o civiles. Había algunos sonidos tan espantosos que se ganaron un nombre propio: el lanzacohetes soviético Katyusha recibió el perverso apodo de «Órgano de Stalin», por el parecido de los lanzacohetes a los tubos de un órgano, y por el silbante sonido de la lluvia de cohetes al salir disparados.
§6. Sonidos que condicionan
El tintineo de una campanilla y el de un metrónomo fueron los sonidos que ayudaron a cimentar nuestro conocimiento sobre la forma en que aprendemos y adquirimos ciertos comportamientos.
A inicios del siglo XX, el fisiólogo ruso Ivan Pavlov estaba investigando sobre la respuesta de salivación de los perros al ser alimentados, que es involuntaria e innata. Por accidente, descubrió que los perros salivaban también con otros estímulos. Para probar sus observaciones, hacía sonar una campanilla o activaba un metrónomo justo antes de ofrecer comida a los animales. Tras varias repeticiones para reforzar la asociación estímulo-respuesta, el mero sonido de la campanilla o el metrónomo, presentado sin la comida, hacía salivar a los perros. Bingo. Un nuevo comportamiento podía ser adquirido al asociar determinados estímulos sin relación previa. Nacía así lo que sería conocido como Condicionamiento Clásico, un pilar básico de la Psicología.
§7. Sonidos olvidados
Como dice Carlos Alonso, «hay sonidos que forman parte del paisaje sonoro de nuestra memoria», y la tecnología con la que hemos ido creciendo ha generado recuerdos sonoros que cada persona asocia con momentos de su propia vida. ¿Recuerdas la «melodía» de un módem? ¿O cómo sonaban las cajas registradoras mecánicas? ¿Recuerdas el murmullo de una cinta de cassette? Esos sonidos, de algún modo, son un patrimonio inmaterial que ha ido desapareciendo. Museum of endangered sounds es un pequeño proyecto de Brendan Chilcutt para preservar y recordar algunos sonidos que el progreso tecnológico ha silenciado a su paso.
§8. Sonidos que engañan
Y desde luego, también hay sonidos diseñados para confundir a quien lo escucha. El conocido como Tono de Shepard (Shepard Tone), creado por Roger Shepard, nació al superponer distintos tonos, separados entre sí por octavas. Escuchar una escala de Shepard produce un efecto extraño e incluso inquietante, porque transmite la ilusión de estar subiendo o bajando permanentemente, de estar cerca de un culmen que nunca se alcanza.
Este efecto en quien lo escucha se ha utilizado como un complemento narrativo en películas, canciones y videojuegos. Por ejemplo, la tensión dramática de determinadas escenas en la película Dunkerque se deben en gran medida al uso intencionado y preciso que se hizo de la Escala de Shepard.
Te doy las gracias por llegar hasta el final de este pequeño ensayo sobre el sonido. Si te gusta, puedes compartirla y difundirla, y si quieres apoyar esta gaceta a través de Ko-fi, seguiré con ello más motivado y agradecido todavía.
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IMAGEN DE PORTADA: Aircraft detection before radar. A two-horn system at Bolling Field, USA • 1921.
Hola, Iván. Aquí Blanca, cuando no tengo puesta la careta del diseño de contenidos…
Justo has tocado uno de los temas a los que le he dado más vueltas: el sonido. Lo que me obsesiona a mí más bien es el ruido y la relación entre sonido e imagen, pero bueno, al final es un todo.
La relación con el sonido es especialmente íntima (en comparación con la visión, por ejemplo) porque la manera en la que percibimos el sonido es física, no entra solo por los oídos, mientras que con lo visual no pasa eso. Tú mismo mencionas el tema de la conducción osea. Yo he trabajado mucho con ruido y soy fan del noise (igual por eso también tengo yo tinnitus) y puedo asegurar que el vapuleo físico que te da un concierto de noise es imposible de conseguir a través de ningún medio visual.
Siempre me ha resultado chocante la poca atención que se le da al sonido en términos de producto. Igual es porque soy un caso raro que viene del cine, no del diseño. Es verdad que hay productos como Pringles en el que el sonido no es casual, pero, en general, en España el sonido a nivel de diseño es como si no existiese. Fuera hay gente que ha hablado largo y tendido sobre esto, como Julian Treasure. La mayoría de formación de diseño no toca el sonido para nada y supongo que ahí es donde empieza la brecha, no sé, quizá sería interesante estudiarlo. O incluso plantear un curso sobre sonido en términos de producto, mira…
Sobre los sonidos que molestan, siempre recuerdo una frase de Merzbow, que es uno de los músicos de noise más conocidos, que decía algo así como que si el ruido es un sonido que molesta, la música pop es ruido para mí. Ese es otro jardín interesante, porque es muy raro que un color moleste. Me refiero a que moleste de verdad, físicamente, no a que te pueda parecer feo o mal combinado, mientras que un sonido que para una persona es placentero para otra puede ser una pesadilla.
Sobre el tema del sonido como arma, aquí han llegado a usarse LRADs para disolver manifestaciones, que es una burrada. Aparte ya de que pueda dañar los oídos, es que lo mismo lo oyen los manifestantes que el vecino de enfrente. O los «mosquitonos» para espantar a los adolescentes, hablando de diseños supuestamente para el civismo que en realidad son armas de tortura. Y ya que me ha venido a la cabeza la tortura a través de medios sonoros, es también otra caja de Pandora cómo se ha usado en interrogatorios, cárceles, etc. Todo esto en el mundo supuestamente civililzado de occidente… que parece que el diseño de sonido solo nos importe para hacer el mal.
Bueno, estoy escribiendo un poco ideas al tuntún, así que no me enrollo más, pero gracias por hablar de sonido.