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Hoy quiero contarte la historia de la tecnología MICR y de 14 caracteres tipográficos que dispararon el desarrollo del comercio en todo el mundo.
Una historia sobre caracteres futuristas
Nuestra historia empieza en Estados Unidos. Antes de 1950, los cheques solo eran empleados por un porcentaje muy pequeño de la población americana, porque la gente solía usar los bancos para los ahorros, pagar en efectivo y poco más.
Con el desarrollo económico americano tras la Segunda Guerra Mundial se incrementaron los intercambios comerciales de una punta a otra del país, y enviar dinero en efectivo vía postal no era muy seguro que digamos. Los cheques se popularizaron porque cualquier persona podía generar una orden de pago fiable y segura. Este boom fue un problema de gestión para los bancos porque los empleados tenían que clasificarlos manualmente y validarlos uno a uno.
Para agilizar el proceso, se desarrollaron distintos sistemas de clasificación, y dos se usaron especialmente: Sort-A-Matic y Top Tab Key.
En el sistema Sort-A-Matic había 100 separadores de metal o de piel, numerados del 00 al 99. Cada cheque se colocaba en el separador correspondiente a los dos primeros dígitos de la cuenta. Se repetía el proceso con los sucesivos pares de dígitos.
En el sistema Top Tab Key se usaba un mecanismo físico: se hacían agujeros en la parte superior de cada cheque según el valor de sus dígitos. Después se insertaba una «llave» en cada agujero para separar progresivamente los cheques hasta quedar agrupados por números de cuenta.
Imagínate: miles de empleados de bancos se pasaban las horas agujereando, clasificando y validando miles de cheques, constantemente.
Un tostón enorme, aparte de probables retrasos en cobros y en errores humanos.
Se necesitaba un método automatizado, seguro y fiable para optimizar este trabajo, y válido para cualquier banco.
La tecnología llegó al rescate.
A mediados de los 50, un equipo creado por la universidad de Stanford y General Electric desarrolló el primer sistema automatizado de procesamiento de cheques usando lo que se denominó Magnetic Ink Character Recognition (MICR).
Para usar este sistema MICR se necesitaba una fuente tipográfica especial. El mismo equipo, tras varias pruebas, llegó a la bautizada E-13B. Más tarde, en 1957, un equipo francés desarrolló la CMC-7, también diseñada para usar con MICR. Las dos muy particulares, ahora las verás.
La E-13B solo tiene 14 caracteres: los dígitos del 0 al 9 y cuatro símbolos únicos que tienen un uso especial que te explico más abajo.
E-13B tiene su sentido: La E es la quinta letra del alfabeto y representa los cinco estilos tipográficos que se probaron. El 13 indica la rejilla de 0,013 pulgadas sobre la que se diseñó cada caracter, y la B es la modificación hecha sobre la versión tipográfica previa, la E-13A.
Luego está la CMC-7, que parece un código de barras. Verás que cada uno de los 15 caracteres tiene dos espacios verticales más anchos y en distintas posiciones. La diseñaron de este modo para hacer más distintivo cada caracter y reducir la probabilidad de error.
Si te has fijado, ambas tienen símbolos extraños que parecen sacados de «V». Tienen diversas funciones, desde delimitar los distintos códigos numéricos a servir como códigos de control, con nombres tan apasionantes como «Internal», «Terminator» o «Routing».
¿Y cómo funcionan?
Los caracteres MICR que identifican el cheque se imprimen con tinta o tóner magnetizable (de ahí el acrónimo MICR), que suele contener óxido de hierro. El cheque pasa por un cabezal parecido al de un radiocasette que magnetiza la tinta y «lee» los caracteres. Cada caracter genera una onda electromagnética única que el sistema identifica, lo cual hace muy seguro el sistema. Si la lectura de MICR falla, un ser humano va y lo revisa. Y es raro que falle, la tasa de error es inferior a un 1%, aunque el cheque esté dañado.
Lo bueno de los caracteres MICR es que son legibles por máquinas y humanos (a diferencia de tecnologías como los códigos de barras), y que la MICR es más precisa que la tecnología de reconocimiento óptico de caracteres (OCR), con más probabilidad de error.
Pero lo importante, sobre todo, es que clasifican cheques a toda velocidad: cuarenta cheques por segundo. Viajan por la máquina clasificadora a 640km/h, hasta llegar a los separadores que ves en la imagen.
De hecho, los cheques no van más rápidos porque acabarían ardiendo por la fricción en la cinta de desplazamiento.
El caso es que parecía la solución definitiva, y así fue. La American Bankers Association adoptó en 1958 el sistema MICR como standard para todo documento negociable en Estados Unidos, y en 1959 se imprimió el primer cheque usando MICR.
No pasó mucho tiempo hasta que la MICR se implantó en todo el mundo. Unos países optaron por la E-13B (Estados Unidos) y otros por la CMC7 (Argentina). En Israel es más complicado porque los israelíes adoptaron la CMC7 y los palestinos optaron por la E-13B.
Curiosamente, a partir de los 60, las fuentes MICR se convirtieron en un símbolo futurista y perfecto para la ciencia ficción. Se diseñaron fuentes con el alfabeto completo como la Westminster o la Data 70, inspiradas claramente en la E-13B.
Se popularizaron y comenzaron a usarse para ilustrar libros y películas de temática futurista, como este tremendo poster polaco para la película Terminator.
Y termino diciéndote que la tecnología MICR no solo se usa en cheques, a día de hoy también se usa en cupones, en billetes de avión, en tarjetas de crédito... Pero eso es ya otra historia. Me resulta fascinante que unos pocos caracteres sirvan para facilitar las transacciones económicas en todo el mundo y quería contártelo.
Espero que hayas disfrutado esta historia. Te doy las gracias por llegar hasta aquí y también a todas las personas que apoyáis Superfluor. Puedes compartirla y difundirla a los cuatro vientos para que llegue a más personas curiosas. Nos vemos en el siguiente número, en dos sábados.
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